Hubo una época en la que España se aisló del resto del mundo confiando en que los propios españoles se bastaban para mantenerse y progresar. Curiosamente este intento de autoabastecimiento económico, social y cultural se financió con dinero extranjero. El tiempo fue la mejor prueba de que aquello no era suficiente. Llegó la democracia y tras más de diez años de echar las raíces del estado de derecho, España se unió a un conjunto mayor con la esperanza de salir del pozo en el que vivía desde mucho, mucho tiempo atrás. La esperanza de los españoles se conocía entonces y, se conoce ahora, como Unión Europea.
Así, materias que hasta el momento eran exclusivas del país, pasaron a compartirse con el resto de los diez países que formaban la Unión Europea y con Portugal que se adhirió junto con España. A partir de 1992, además de participar en una política común agrícola, regional y social; comenzaron a moverse económicamente dentro de un mercado único, en el que no sólo el capital podría entrar y salir libremente de un país a otra, también las personas. Se fue así consolidando la unión de países vecinos que se ayudaban económicamente para reducir sus diferencias (con los fondos estructurales y el fondo de cohesión), en la que compartían decisiones para mejorar el bienestar de toda la comunidad y en la que por compartir, compartieron hasta moneda: el euro.
Con el tiempo, la Unión Europea ha demostrado ser sólida, seria y respetable, acercándose mucho al “superpoder” de los Estados Unidos. Prueba de su solidez son las últimas adhesiones, tan sólo dos semanas atrás, de Bulgaria y Rumanía. Así ya suman 27 los estados miembros que la componen. Los antieuropeístas demuestran con sus negativas el afán por volver a los nacionalismos que en un pasado ya demostraron ser inútiles. Mientras que los euroescépticos no quieren ver más allá de sus narices, porque las pruebas de los beneficios de la Unión Europa son notables: sólo hay que ver cómo se vivía en España hace 20 años y cómo se vive ahora. Así que salen ganando los europeístas que cada día ven más materializado su “sueño europeo”. La duda se centra ahora en un país tan cercano y tan lejano para los europeos: Turquía.
Sunday, January 14, 2007
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